Alguna vez tuitié que tengo la capacidad de desapegarme a cualquier cosa, olvidé decir: a cualquier costo. Al parecer si estoy dejando ir al que ha sido el mejor hombre de mi vida; sólo que le faltó comprender una cosa: el amor se le debe poner huevotes y huevotes grandotes de cascarón duro que aguanten los putazos de la cotidianiedad; digamos, como el huevo de un de un Hypselosaurus priscum, el más grande conocido hasta ahora; equis, vean wikipedia.
El chiste es que viví con él varios meses y contruimos lo que viene siendo un modesto hogar, con hijos gatos y toda la cosa, ya es pasado; y creo que la culpa la tiene la evolución de algunos cerebros masculinos, algo pasó ahí, quisiera saber en qué momento de todos estos millones de años de cambios biológicos, químicos y físicos se les insertó en el cerebro que nos deben llevar al límite para al final decir: Es que siempre si te amo; cuando una ya no quiere nada. A ver científicos, los reto.
En mi propia experiencia, los huevos utilizados para el desapego deben ser diferentes a los anteriormente mencionados, su característica principal es la transparencia, ya saben, para ver bien que hay dentro sin romperlos. Una vez que observas y aceptas, la transformación es inmediata: el huevo se vacía y lo puedes llenar de lo que quieras.
Básicamente: dejémonos de mamadas, ya somos adultos como para aceptar cuando algo no está jalando y por mucho que duela hay que seguirle chingando por que finalmente la única persona que se va a quedar con nosotros hasta la muerte es uno mismo.
Ora pues, empiezo de cero, vuelvo a nacer, regálenme un dildo.
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