Me hacías reir un chingo y me sorprendía tu suerte de primera. De ser un cuate del que admiraba su talento a un compa que me ha conocido y ni se ha dado cuenta de ello. Eres igual, pero a estas alturas me vale madre. Te pienso pues, de pasada me acuerdo de como tiras mi cabello y me pones la piel chinita.
Estos días he pensado que las personas que conoces están ahí como si fueran maestros, como si fueran clases. Toparte ahorita tiene su razón de ser y yo creo que es el aprecio a la vida, a vivir cada momento realmente como propio con la cabeza ahí y en ningún otro lugar. No te vayas hasta que te vayas, hasta que me enseñes a flotar porque ya no me acuerdo, porque se me olvidó por costumbre.
No es romance, no te espantes. Pero de que me gustas me gustas, eso que ni que.
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